Poet's Abbey (Blog de lecturas)


La paradoja del amor

"Qué no daría yo por la memoria de que me hubieras dicho que me querías", dijo Borges. El deseo de amar y de ser amado es el sentimiento más profundo que puede experimentar un ser humano.

Sin embargo, el deseo de infinito no puede ser saciado por otra persona, finita y limitada, que puede ser una chica

Esta sed trascendental sólo puede colmarse en un horizonte de amor más grande, según el poeta bohemio Rilke:


Esta es la paradoja del amor entre el hombre y la mujer: dos infinitos se encuentran con dos límites; dos infinitamente necesitados de ser amados se encuentran con dos frágiles y limitadas capacidades de amar. Y sólo en el horizonte de un amor más grande no se devoran en la pretensión, ni se resignan, sino que caminan juntos hacia una plenitud de la cual el otro es signo.

Por otra parte, cabe señalar que en una de sus Poesías Juveniles, pone el acento en la relación entre las palabras y las cosas, pues a menudo reducimos las cosas en palabras que no sirven para comprender la complejidad de la realidad. La presunción, tan humana, de definir y clasificar las cosas muestra la arrogancia de quien se cree en posesión de la verdad.

Las palabras, no obstante, levantan un muro infranqueable entre las cosas y quien las observa. El poeta nos invita a saber escuchar las cosas "como cantan", de modo que ellas mismas nos hablen. Como en una oración contemplativa, a partir del silencio, podemos comprender la provisionalidad y singularidad de toda existencia.


Me aterra la palabra de los hombres.
¡Lo saben expresar todo tan claro!
Y esto se llama perro, y eso, casa,
y el principio está aquí, y allí está el fin.
(...)
Siempre he de avisar: no os acerquéis.
Me encanta oír las cosas como cantan.
Las tocáis: y ellas están quietas y mudas.
Todos vosotros me matáis las cosas.
 

Rainer María Rilke (1894-1925)

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