Poet's Abbey (Blog de lecturas)


El hobbit

Releer esta fantática novela de Tolkien me ha hecho sentir un niño otra vez. Es lo bueno de los clásicos, que son inmortales y tienen esa capacidad de no morir en el alma del que los lee por vez primera, o segunda, o tercera...

Pasaba las páginas con el inmenso placer de devorar un libro con ansia, a la vez que no quería perder el deseo de leerlo despacio, detenerme en cada frase, pero no podía; porque la historia es demasiado buena y no da pie a una lectura reposada, ¡y uno no puede dejar de leer!

La primera vez que me acerqué a la novela del gran escritor inglés, bien aconsejado por un humilde profesor de literatura del colegio, tenía catorce años. Ahora entiendo cuánto ha influenciado esta obra en mi juventud. Como los hobbits, me encanta la vida familiar y reposada del campo, fumar un buen tabaco, saborear una jarra fría de cerveza y cantar con los amigos hasta altas horas de la noche. Y a la vez, como Bilbo, tengo un espíritu intrépido que me lleva a dejar la comidad de mi comarca para viajar a países extraños y vivir unas aventuras irrepetibles e involvidables, dignas de recordar con el humo grisáceo de una buena pipa.

Bilbo knew it. He had read of a good many things he had never seen or done. (p. 42)


J.R.R.Tolkien, The hobbit, 1937

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